En medio de la vorágine de poner color a mis sobrias letras, una de las elecciones fue el autor de Galaxia de letras. Os quiero presentar a otro de los colaboradores del proyecto, el gran Israel Campos.
No recuerdo cómo lo descubrí, la verdad. Di con su blog alguna vez y lo seguía, me gustaban sus ilustraciones y sus cuentos para peques. Cuando llegó la hora de contactar ilustradores, pensé en él, pero algo me decía que no cuadraría con el estilo general del libro. Digamos que no son muchos los poemas aptos para niños. Me equivocaba estrepitosamente. Precisamente por lo diferente, el resultado es precioso. Convertimos un poema en un tebeo a todo color de dos páginas, metiendo los versos en los bocadillos. Dio vida al Mirlo que busca abrazos antes que aplausos, al viejo que una vez me enseñó a vivir en una peluquería y al poeta loco del que nadie se apiada. Tanto es así que el viejo de la peluquería se parece de verdad al del dibujo, sin haberlo visto nunca antes.

Fue muy paciente conmigo, pero lo cierto es que los bocetos eran perfectos. No hubo que darle muchas vueltas. Quedé con él en Atocha; casi no nos encontramos, uno en el cajero de la planta de arriba y el otro en el de la planta de abajo. Por fin, se erigió ante mí un tipo rubio de dos metros cincuenta —casi le dejo el dinero y salgo corriendo sin los dibujos—, me deseó suerte, me habló del mundillo editorial —él sabe un rato del tema, echad un ojo a sus libros—, y la cosa fue muy bien. Me dio la sensación de que estaba haciendo un libro con pedacitos de buena gente. Así compensaba mi parte. Por tipos como él merece la pena aportar al proyecto. ¡Necesitamos tu ayuda!