Recién llegado a la universidad, era un joven de pelo corto y afeitado apurado; ahora gasta melenas y barbas, pero no ha dejado nunca el lápiz. Ni el boli, ni el spray, ni la aguja. Recuerdo que los dos hacíamos como que tomábamos apuntes en aquella clase de la Carlos III. La verdad era otra, yo escribía letras y él dibujaba. Supongo que nos conoceríamos fotocopiando apuntes de otros. No lo recuerdo bien. Acaso me vio una camiseta de los Violadores del Verso. Sí recuerdo que teníamos fama de vagos: llegábamos al último día de prácticas sin saber de qué iba el tema y lo sacábamos en una tarde. Hubo quien nos miraba con cara rara. A veces la ingeniería no es otra cosa que creatividad, y creatividad nunca nos faltó, a las musas gracias.

Ya de aquella el Chero nos dejaba flipados a muchos con lo que hacía en su cuaderno. Lo que hace hoy es de locos. Le pedí una ilustración para el libro, me dijo que sí y no había que darle muchas vueltas. Tenía un poema dedicado al grafiti.

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La cosa era así, en mi museo tenía un Cherokee expuesto. Dos, en realidad, pero para la página que falta tendréis que esperar un poco.

Y no hay dos sin tres, dicen, así que Banana también tenía que estar en el libro. Escribiendo, claro está. Aunque acabó escribiendo e ilustrando también, pues ahora es polivalente. Ya sabéis, la familia que escribe unida, permanece unida. En 2017 salió nuestro trabajo de vuelta, el del triunvirato, la Flor de lis de GFS. Con ellos subí por primera vez a un escenario y a ellos hay dedicados varios poemas. En uno de esos conciertos conocí a la mujer de mi vida. Me hice MC. Me adoptaron en un barrio entero. La vida pasa entre medias y nos vemos menos ahora. Por mi culpa, en gran parte. Yo era el que vivía fuera y cada vez me pesaban más los kilómetros entre Móstoles y Aluche. Malas épocas para compaginar los bolos y el trabajo y otras mil excusas. En fin, me voy del tema a base de lamentos.

Lo mismo que tengo un cuadro expuesto del Diego, expongo una letra del Adrián. Porque el Adrián escribe, ahí donde lo ven. Mejor que muchos chupatintas y comemicros del país. Pero quién soy yo para juzgar al éxito. Sólo pido que les dediquen tiempo, a los dos, a su obra, a sus pieles, a su tinta, los scratches, las frases, los samples, las voces, los ritmos, los cuadros, las paredes y la madre que los parió. Qué envidia me dan. Sana, porque los quiero, pero de la mala. Ahora, si nos dejan, también estarán en libros. En el mío. Por los siglos de los siglos, amén. Es la Be con la Jota con la Che.

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